
La Xbox One ha arrancado motores con una «forza» brutal
Un millón en un día. Ni más ni menos. Así se resume la potencia de saque de Xbox One, que ha despachado tan redonda y redondeada cifra de consolas en sus primeras 24 de vida. Así que nobleza obliga a comentar más pormenorizadamente, y entre hoy y mañana, los principales culpables de tal éxito: los juegos estrella de su lanzamiento. Empezando por uno de los más esperados: «Forza Motorsport 5», el no va más del género de conducción, un nuevo episodio en el que Turn 10 echa toda la carne en el asador para lograr un realismo visual sin precedentes en la experiencia de conducir, gracias a un nuevo motor gráfico permite recrear miles de materiales y texturas con un nivel de precisión imposible hasta la fecha: desde el reflejo de la luz sobre una capa de pintura perfectamente aplicada a la textura del cuero cosido a mano y del metal pulido, pasando por las huellas en los neumáticos desgastados y en el asfalto erosionado. Una auténtica barbaridad.

Los modelos clásicos son una de las señas de clase y elegancia del juego
Aparte de un virtuosismo gráfico apabullante, lo que llama la atención de este “Forza” es su afán renovador y reformista. Por ejemplo, ha eliminado el clásico modo carrera, que nos permitía desbloquear circuitos, vehículos y desafíos, en beneficio de un acceso más selecto según las capacidades y posibilidades de cada usuario, ya que es casi imposible lograr todos los modelos disponibles en el garaje (para hacerse una idea, nada mejor que chequear el modo AutoVista, que va más allá de los 26 modelos de rigor). Hablando de modelos, La oferta automovilista del “Forza 5” es como para desencajarte la mandíbula: Audi, Ferrari, Porsche o Mercedes no han querido perderse la fiesta, y se unen al garaje aportando sus cochazos en su más alta gama. Además de clásicos modernos como el Ford Focus ST o el Chrysler 300 SRT8, también tendremos auténticas joyas como el AMC Javelin-AMX del 71, el Alfa Romeo Giulia Sprint GTA Stradale del 65 o hasta el Mercedes 300SL Gullwing Coupe. Y mil y un joyas más, incluyendo históricos monoplazas de Grandes Premios, que se irán incorporando para disfrute del personal. Y es que que una de las claves maestras de esta edición, entroncada con la característica principal de la consola, es la accesibilidad: todos los usuarios van a poder disfrutar de los 60 frames por segundo más elegantes, estables y majestuosos que se recuerdan en un juego de conducción.
Ello nos conduce, nunca mejor dicho, a un modo multijugador rápido y equilibrado: gracias al innovador Matchmaking inteligente y a los servidores dedicados de Xbox Live, disfruta de épicas partidas multijugador perfectamente adaptadas a tu nivel y estilo. Todo un espectáculo poder disputar carreras vibrantes en Laguna Seca, con unos competidores más fieros que nunca gracias a la IA del juego, seis veces, seis, más potente gracias a las posibilidades tecnológicas de la Xbox One y del sistema de matchmaking llamado Smart Match, que tiene en cuenta el nivel de los corredores y su grado de picardía y veteranía. Aparte, detalles como la meteorología, la iluminación, la música, los escenarios, los circuitos perfectamente detallados, y todo lo que se nos ocurra, tienen un despliegue magistral y prácticamente inmaculado. Incluso los neumáticos Calspan en vez de Pirelli le dan un plus de “aviación” a la velocidad crucero global. En fin, que si no estamos ante el simulador de carreras definitivo, que venga Schumacher y Fangio y lo vean.

¿Una sesión de «Harlem shake»? Mejor el «Dead rising 3» a pleno rendimiento
Y, en la otra esquina tenemos zombis, zombis y más zombis. Porque «Dead rising 3» es, además de una diversión casi hipnótica, un idóneo manual de instrucciones iniciales sobre cómo se las puede gastar Xbox One en el futuro en cuanto a capacidad, amplitud de horizontes y gestión de masas (en este caso, podridas pero contentas, como decía la canción). Aparte de la masacre máxima planteada por la saga, y que puede recordar a otra saga destrozona pero estilosa como es “Dynasty Warriors”, “Dead rising” se beneficiaba, desde sus inicios allá por 2006, de un sentido del humor a veces corrosivo y unas referencias a la cultura pop propias de un Duke Nukem en sus mejores años. Constantes vitales (valga la paradoja) que han conservado y aumentado en este tercer capítulo, que se localiza justo una década después de los fatales acontecimientos acaecidos en Fortune City, cuna de la escabechina de “Dead rising 2”. Así, tendremos un nuevo prota, un mecánico (del swing) Nick Ramos, que tendrá que afilar su caja de herramientas a la hora de sobrevivir al caos que se apodera de Los Perdidos, California. Su principal cometido, además de escapar de los mordiscos y zarpazos de las criaturas feroces, será escapar, junto con otros supervivientes, de la ciudad antes de que el ejército la convierta en cenizas.

Algunas de las «joyitas» con las que podremos arrasar muertos vivientes
Para salir vivos de esta locura, es preciso recurrir a las armas disponibles, que serán muchas y variadas: pistolas, cuchillos, grandas, lanzacohetes… Pero, en realidad, lo mejor es explorar a fondo el editor de armas, una de las señas de identidad de la saga: aquí casi cualquier cosa se puede usar para combatir a los zombis: despojos de viviendas, tuberías, sanitarios, palos, tablones… Y no digamos los talleres que hay en la ciudad, numerosos y todo un edén para un manitas como nuestro prota. Aunque también basa su atractivo en las funciones online (con el compinche Dick en el modo cooperativo, y hasta 24 supervivientes en el multijugador), “Dead rising 3” tiene más alma de sandbox lobo solitario que nunca, con un argumento testimonial eclipsado por su poderoso instinto de salir por patas y liquidar zombis a troche y moche. Tendremos cerca de 25.000 para elegir, así que échale pan y merienda a la cosa. Aquí no habrá límite de tiempo, además, pudiendo guardar la partida sobre el terreno y no solo en el “excusado”, como antes (a no ser que juguemos al “nightmare mode”, con opcienes más limitadas).
La exploración de Los Perdidos y sus cuatro grandes barrios, gracias a los cañeros -y por supuesto letales- vehículos disponibles es capital en un juego repleto de sorpresas y de los golpes surrealistas típicos de la casa (disfraces, guiños, referencias jugosas…). Algunos zombis son de traca, aunque los no infectados también tienen lo suyo, inspirados en los siete pecados capitales y todo. Mucha diversión (20 horas de juego), escenarios brillantes y, sobre todo, gráficos y jugabilidad que anticipan lo que puede llegar a ser la Xbox One. Por cierto, para que no se diga, el juego también utiliza algunas de las funciones estrella de la consola. Por ejemplo, el Xbox SmartGlass, ideal para localizar objetos y puntos referenciales de las diversas misiones, así como mandar un SOS militar en caso de apuro extremo. Por su parte, Kinect es ideal para llamar la atención y distraer a los zombis “a viva voz”, aparte de navegar por los menús con buena brújula. ¿Quién teme al muerto viviente feroz?
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